Demostración organizada por el Club Bonsái Madrid

25 de Octubre de 2003

"Diseño de un pequeño bonsái a partir de un plantón de vivero"

Alain Arnaud fue la "estrella invitada" dentro del programa de actividades paralelas a la XIX Exposición de Bonsái organizada por el CBM. Antes de comenzar la demostración la sala de conferencias del Pabellón Villanueva del Real Jardín Botánico estaba completamente llena.

Y no era para menos, el francés es una de las máximas figuras del panorama europeo del mundo del bonsái. Para trabajar eligió un Juniperus Chinensis Itoigawa y, lo primero que hizo fue hacer una pregunta a la concurrencia: ¿Qué es lo primero en que hay que fijarse para elegir un plantón con el que trabajar?.

Alguien dijo: "en la línea que marque su tronco". Otra persona contestó: "en su nebari". Otro más dijo: "en su belleza". Cuando las respuestas cesaron, Alain confirmó que todas esas características eran importantes pero, en su opinión, no eran "lo primero" a lo que hay que prestar atención: ¡Lo primeo siempre es la salud del árbol!.

Continuó diciendo que si un plantón no tiene el suficiente vigor, difícilmente soportará la intervención a la que se le someterá para convertirle en bonsái. Así que si encontramos un plantón que nos gusta, pero lo encontramos poco saludable, sólo nos quedaran dos opciones: cultivarle cuidadosamente durante años hasta que esté saludable, o elegir otro plantón diferente. Esta misma máxima debe ser aplicada en el caso de los árboles recuperados de la naturaleza.

Afortunadamente el ejemplar que iba a utilizar para la demostración estaba saludable y tenía el suficiente vigor como para soportar el estrés al que iba a ser sometido. Hay que ser pacientes, dijo, cuando saquemos el árbol de la maceta de entrenamiento siempre nos debemos encontrar un buen cepellón repleto de raíces.

A continuación nos comentó una anécdota sobre una reciente demostración que había realizado en Gijón, en la que había trabajado un precioso ejemplar de pino recuperado. Lo tuvo que trabajar porque no había otra opción y la demostración no podía ser suspendida, pero según avanzaba en su trabajo no podía dejar de pensar en que el árbol no estaba lo suficientemente sano y en que no tenía muchas posibilidades de sobrevivir. Justo en ese momento se escuchó una voz entre el público que comentó: "Yo conozco al dueño de ese pino que, en efecto, murió unos meses después de la demostración".

Así que Alain volvió a insistir: "¡En alguna ocasión he llegado a tener que esperar hasta siete años para que el árbol estuviera preparado!.

Dado que el tema monográfico de la Exposición era el sohin, Alain nos dijo que se proponía hacer un sohin a partir del ejemplar elegido, pero nos adelantó que ese era uno de los trabajos más difíciles de realizar, ya que hay que conseguir explicitar todo lo bueno de un árbol en tan sólo 21 cm. de altura.

También nos dijo que una demostración no era la mejor manera de conseguir un buen bonsái, ya que en las demostraciones se tiende a realizar un trabajo rápido y, además, se debe conseguir un resultado atractivo desde el primer momento y, ambas cosas, son incompatibles con el mundo del bonsái: es fundamental trabajar siempre sin prisas y, en algunos casos, es preciso dejar el árbol con mal aspecto para que vaya mejorando con el paso del tiempo.

Su primera labor consistió en retirar toda la tierra de la parte superficial para observar el nebari y, a continuación, analizó las diferentes posibilidades que aportaba el plantón, eliminando las ramas bajas para poder observar el árbol con menos elementos que distraigan la atención de lo realmente importante.

Mientras cortaba las ramas bajas nos dijo que esta variedad enraiza muy fácilmente, así que no era mala idea plantar las ramas cortadas de forma que, con el paso del tiempo, se pudieran conseguir plantones jóvenes que podrían ser utilizados como injerto para mejorar el follaje de otros árboles. Además, normalmente "el verde" de las ramas se suele encontrar lejos del tronco y un buen injerto permite producir follaje justo donde lo necesitamos: ¡cerca del tronco!.

Alain nos dijo que en estos momentos en Japón está de moda utilizar Juniperus Chinensis Itoigawa, cuyo follaje es gran belleza, para injertarlo en otras variedades de junípero con excelentes troncos pero con copas de escaso valor. También nos dijo que él mismo estaba investigando en estos momentos en ese tipo de trabajo. Finalmente comentó que el Itoigawa observa un crecimiento moderado incluso en los ejemplares jóvenes, lo que le hace aún más interesante para ser trabajado como bonsái.

Alain volvió a destacar que el ejemplar a trabajar era bastante interesante, ya que la línea de su tronco nos permitía elegir más de un frente y comentó que el único defecto importante que le veía era la forma exagerada de "S" que tenía el tronco, precisamente desde el lugar que había elegido como frente del árbol.

También nos dijo que estaba buscando la mejor zona para hacer maderas muertas, que en esta variedad resultan interesantes. En principio su interés se centró en conseguir que las maderas muertas se ubicaran en medio del follaje.

Ante la pregunta de que tipo de material prefería trabajar Alain contestó que para conseguir buenos ejemplares era preferible utilizar árboles recuperados, pero para realizar un proceso de aprendizaje es siempre preferible utilizar un ejemplar de vivero, que siempre obligará a demostrar una mayor creatividad para obtener un buen ejemplar.

Cuando terminó el trabajo con las maderas muertas Alain nos dijo que no se debe aplicar liquido para yin hasta que hayan trascurrido, al menos, un par de años desde que se ha trabajo la madera. De esta forma el árbol tiene tiempo de ir pudriendo la madera muerta de forma natural y se obtienen efectos mas realistas.

Ante la pregunta de que tipo de sustrato suele utilizar para cultivar árboles recuperados, Alain contestó que emplea un mezcla al 50% de pomiche y grava, de forma que así se facilita el crecimiento de las raíces, pero, cuando ha trascurrido aproximadamente un año, es necesario aportarle al árbol una mezcla que retenga mejor los nutrientes, para lo que se puede utilizar un sustrato con más pomiche que grava, o incluso se puede sustituir la grava por akadama.

También nos dijo que al plantar un árbol recién recuperado suele poner un poco de abono natural justo en el momento de trasplantarle, de esta forma pretende evitar que mueran las raíces finas del árbol y que empiecen a alimentar al árbol desde el primer momento.

Después de terminar las maderas muertas Alain hizo una limpieza rápida de todo el follaje y descubrió una rama que ascendía verticalmente y que podía ser utilizada para darle al árbol un follaje trasero. Inmediatamente nos llamó la atención sobre lo importante que resulta el follaje trasero para conseguir volumen que, aún estando situado en la parte menos visible del árbol, resulta de vital importancia para lograr un ejemplar equilibrado.

Después comenzó el trabajo de alambrado, diciéndonos que se trataba de una de las técnicas mas difíciles de aprender y, a la vez, de mayor importancia, ya que el alambre permite trabajar las ramas en tres dimensiones, pudiendo darle al árbol la forma más apropiada.

También nos dijo que el proceso de alambrado no tiene porque realizarse de forma instantánea y que, en algunos casos, es preferible doblar un poco una rama, esperar una hora, doblarla otro poco y, así sucesivamente, hasta llevarla a la posición correcta.

Insistió en que es difícil alambrar bien y en que, cuanto menos alambre se utilice mejor aunque, eso si, tampoco es interesante utilizar menos del necesario, ya que en ese caso no se logrará el efecto deseado.

Poco a poco Alain fue alambrando toda la copa: primero las ramas gruesas, luego las ramas finas y, finalmente, las pequeñas ramitas de la copa del árbol. Cuando estaba a punto de terminar, Alain nos contó un truco que, según nos dijo, era típico de demostrador experto:

"Se puede alambrar dos veces una rama, haciendo que los alambres vayan juntos en las partes de la rama que no se desea doblar y separados en las partes de la rama donde si se desea conseguir ese efecto. Realizando este doble alambrado, la forma de la rama se dirigirá rápidamente según nuestro interés".

Alain insistió sobre la importancia del alambrado, llegando a decir que un buen alambrado es incluso tan importante como poder contar con un árbol sano y vigoroso.

Alguien preguntó sobre la mejor forma de desalambrar un árbol y Alain contestó que, una vez llegado el momento, siempre es preferible cortar los alambres, ya que así aseguramos que no se estropeará ninguna rama durante el proceso de desalambrado y, además, nos dijo que tampoco es bueno reutilizar un alambre usado para alambrar un segundo árbol.

Según nos comentó, el árbol trabajado en la demostración podría ser trasplantado en primavera e indicó que el tronco se veía demasiado juvenil, por lo que tal vez fuera buena idea frotarle con un cepillo para lograr un efecto de tronco viejo. Especialmente en los juníperos, Alain comentó que este proceso de frotado del tronco debe realizarse en primavera para asegurar que el árbol crezca con mayor vigor.

En cuanto al abonado, según nos dijo Alain, es preferible no abonar justo después de haber trabajado un árbol y, en todo caso, puede ser interesante emplear un abono foliar, ya que se trata de un abono de asimilación rápida y puede ser favorable para la recuperación del árbol. En todo caso la mejor práctica es la observación. Hay que ver como reacciona el árbol y, en función de ello, tomar decisiones.

El último comentario de Alain Arnaud fue sobre la posibilidad de cubrir la tierra con musgo para suavizar el efecto de las duras heladas del invierno.

Y así, después de tres horas que pasaron volando, se dio por terminada la demostración que fue un auténtico éxito gracias a la maestría de Alain Arnaud y al excelente trabajo de traducción simultanea que realizó Fernando Sánchez. Los dos fueron largamente aplaudidos.

En el siguiente apartado de esta página se incluye un pequeño reportaje fotográfico de la demostración:

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